En este
momento de mi vida me pregunto hacia dónde voy, qué es lo que quiero ser y
vivir, con quién quiero estar. Es como si mi corazón se hubiera silenciado y
todo me resultara aparentemente indiferente. Hay una frase que reza así:
"Sólo cuando tu corazón marque el camino encontrarás a alguien que lo haga
palpitar... y el destino se encargará del resto".
¿Cómo
volver a escuchar la voz del corazón? ¿Cómo volver a sentir la vida?
¿Alguien sabe cómo?
Las acciones cotidianas se realizan de manera habitual. Su
sentido implícito permanece intacto. En épocas difíciles y
amenazantes pueden surgir crisis de sentido en algunas áreas de la vida. Pero
incluso en esos periodos otras áreas permanecen bajo la influencia de
antiguos y habituales sentidos.
Las crisis de sentido rara vez afectan simultáneamente y con la misma fuerza a todas las áreas de
la existencia. En particular cuando la rutina se ha vuelto difícil o imposible
de realizar en muchos ámbitos, encontramos protección contra crisis de
sentido en aquellas áreas donde uno puede continuar actuando de acuerdo con el
hábito adquirido. En las sociedades donde las crisis de sentido no
estallan a raíz de graves catástrofes y guerras totales, el margen de
normalidad habitual que puede mantenerse es, por cierto, mucho más vasto. Ahora
bien, los hábitos que se dan por sentados pueden verse amenazados no sólo por
acontecimientos graves que afectan el destino de la colectividad, sino también
por cambios radicales en la vida del individuo. En todas las
sociedades se dan ciertos cambios típicos que pueden desatar crisis de sentido
si no son reconocidos socialmente.
La sociedad moderna ha “inventado” nuevas instituciones para
la producción y transmisión de sentido: psicoterapia de distintos tipos,
orientadores sexuales y orientadores vocacionales (ambos servicios ya están
disponibles en los colegios), cursos y seminarios especiales para la educación de adultos, organismos del Estado
benefactor, funcionarios psicológicamente capacitados (o más bien
semicapacitados) de las oficinas de personal y, por último, aunque no menos
importantes, los medios de comunicación de masas.
"Hay que erradicar conla gran crisis del sentido"